Polìtica y Ciencia

 La ciencia, como actividad que pretende conocer las realidades, se sitúa en un plano intelectual de la naturaleza humana; sin embargo, no puede despojarse de los influjos que las interrelaciones de poder que se producen. Así, el conocimiento se ve muchas veces impulsado o detenido por las decisiones del poder que impera en una determinada sociedad.
Entonces, podrían establecerse múltiples dicotomías: política y arte, política y educación y así sucesivamente, en conclusión no hay actividad humana que sea ajena a la política, ni política que pueda desconocer las diversas actividades de los hombres.


Un nuevo cambio de siglo y sus particulares circunstancias obligan a repreguntarse sobre la política y la ciencia política; la necesidad de reflexionar, continuando la inveterada costumbre griega con su polis, es una invitación a encontrarse con viejas y nuevas preguntas.
La pregunta, inquietud tan esencialmente humana, implica duda, un no-conformismo y curiosidad. Y también un deseo de avanzar; de comprender el hilo conductor de los hechos, de nuestro derrotero como individuos y como sociedad. Qué, cómo, cuándo, dónde, por qué, quién, para qué, son aristas del instrumento que nos posibilita conocer y comprender; desatando los nudos de los problemas, disminuyendo nuestra ignorancia y afirmando la certidumbre.
 Este instrumento es especialmente importante en materia política, en ella influyen en gran forma: la inteligencia, el honor, la lealtad, los principios, y, a su vez, la sin razón, las pasiones, el olvido, los intereses y el desconcierto. La naturaleza humana con todas sus virtudes y sus vicios, no hay sociedad que no se beneficie ni sufra por lo mismo. Como dijo Plauto, y solía repetir Hobbes, homo homini lupus; pero también como señaló Mario Justo López: homo res sacra hominis. Sea en un sentido u en otro, la política es determinante, de allí que sea objeto de reflexión.

¿Existe la ciencia política? ¿Es ciencia? Sí es la respuesta de nuestros manuales, tiene un objeto propio y un método (o varios según las distintas escuelas) para conocerle.
Según Marcel Prélot desde los griegos se ha desarrollado como conocimiento científico (objetividad, método y comunicabilidad), con mayor o menor suerte. Pero desde la segunda mitad del siglo XVIII, su reino comienza a desmoronarse, surge la economía política que pronto reclamará autonomía tanto en el orden práctico como en el intelectual. Otro cisma será el que separará lo político de lo social, surgiendo la sociología en el s. XIX. Hacia fines de éste mismo siglo, será el derecho público a través de su hegemonía en el estudio de la teoría general del Estado. El contenido tradicional de la ciencia política disminuyó hasta desaparecer casi por completo. La Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias brindaron las circunstancias propicias para el renacimiento politológico. "En un mundo extremadamente politizado, la convicción de que la ciencia política no puede ser ignorada oficialmente surge pronto y se extiende de un modo irresistible".
Otros autores, como Duverger, señalan que el conocimiento de la política en tanto que ciencia comienza entre 1890 y 1914, época de su acogida en las universidades de Estados Unidos; en Europa lo hará, en general, después de 1945; la etapa anterior para el citado autor es la "prehistoria" de la ciencia política.
 Pero todos ellos coinciden en su franco desarrollo en la segunda mitad del siglo XX, creándose cátedras y hasta facultades de ciencia política. En 1948, la UNESCO y los politólogos circunscriben empíricamente el contenido de la misma en cuatro grandes rubros: teoría política; instituciones políticas; partidos, grupos y opinión pública; y relaciones internacionales. Se ha precisado su objeto.
El politólogo "como otros adeptos de las ciencias humanas, lo que el descubre es la realidad social, pero la considera de un modo diferente, y le concede un interés que es el único en experimentar". En sus estudios sociales no está solo, pero él aporta el análisis de la sociedad a través del poder. Es el elemento vital que da vida a la misma, la sociedad política es un sistema que necesita del poder para ordenarse como medio de transmitir la acción. El poder es orden y es acción. La relación es tan íntima, que como sea el poder será la sociedad, así hablamos, por ej., de democracia, oligocracia, cleptocracia, etc., en donde el sufijo "cracia" (del griego kratía, krátos) es siempre "poder". 
La ciencia política o politología contribuye a conocer la realidad política como parte de la realidad social, y lo hace desde el poder; sus sistemas, teorías, actores, acciones, todos tienen como elemento primordial el poder, porque la política es lucha e imposición del poder, ya en forma pacífica (relación argumento-contraargumento), ya in extremis por la fuerza.
La pregunta por el "cómo" lleva al método. La ciencia política no podrá ser tal sino tiene método. La etimología nos acerca al concepto: met (más allá) y hodos (camino, viaje), es decir, el camino que nos lleva al objeto de conocer que se encuentra más allá del sujeto cognoscente. Es el camino a recorrer y la meta a alcanzar. López lo define como "el procedimiento o conjunto de procedimientos por cuyo intermedio, en base a un plan fijado y a reglas determinadas, se procura la obtención de un fin propuesto... El método está estrechamente relacionado con la realidad que se pretende conocer".





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Las vicisitudes de la ciencia política, en cuanto tal, tiene mucho que ver con las modas científicas; y las ciencias naturales y sus métodos han estado mucho tiempo en el candil. El positivismo propugnando la unidad de la ciencia y la unidad del método, impuso a los objetos culturales el método de las ciencias naturales (biología) y exactas (matemáticas). Implicó un grave atraso para la ciencia política. Recién en 1883 Dilthey demostraría la diferencia radical entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias del espíritu ("la naturaleza nos la explicamos, la vida del alma la comprendemos").
Nos preguntamos "¿Puede la política cambiar significativamente mi realidad?". La respuesta es afirmativa. Y si nos interrogamos hoy ¿qué significado tiene la ciencia política para la política? ¿para qué estudiar ciencia política? Porque la primer afirmación puede ser negativa o positiva, ese cambio puede ser beneficioso o perjudicial, puede sacar a la sociedad en el marasmo en que se encuentra o hundirla más; por ello, necesitamos de la Politología. Ella debe brindar sus conocimientos para adaptar las instituciones políticas a las nuevas exigencias, a la nueva sociedad del siglo XXI. Mientras existan relaciones de poder entre los hombres y entre los países, ha de ser necesario que se estudie y se propongan formas y acciones que conlleven al mínimo de conflictos, al máximo de beneficios para el mayor número posible; para eso se necesita la Ciencia Política, generando respuestas, interpretando el bien común de una sociedad determinada en su espacio y tiempo.